Nada iba bien para ella, la vida se tornó adversa y el túnel de la decepción se hizo mas extenso.
La causa de tanto fracaso y de tanta derrota estaba, según ella pensaba, en su propio hogar.
Frente a su cama en el pequeño dormitorio, desde hacía varios meses, un gran espejo roto.
Esa mañana de invierno, como cada día, se disponía a efectuar la travesía por la ciudad, pensando en terminar sus angustias.
La carretera central estaba despejada y húmeda, era la mañana de junio y los vehículos transitaban de norte a sur a gran velocidad. El expreso hizo su recorrido en forma expedita y ella en pocos minutos caminaba por la vereda lateral con el gran espejo bajo el brazo. Un espejo roto siempre es causa de desgracias e infortunios.
Con paso nervioso y con la idea inquietante rondando en su mente, se acercó al puente Bulnes sobre el río Mapocho: "Mátame de frente", leyó de reojo en un descolorido mural que representaba las bayonetas de los soldados apuntando a un sacerdote.
Caminó hacia el centro del puente gris , desde donde a unos cinco metros hacia abajo, el torrente oscuro corría a gran velocidad; a sus espaldas los vehículos sobre el puente encendían las luces y activaban el limpiaparabrisas, la superficie vibraba levemente.
Con sus manos temblorosas, desde allí , arrojó el espejo que golpeó el agua y se rompió en pequeños trozos, que se perdieron de vista rápidamente. La corriente del río se llevaría la mala suerte y sus desgracias.
Respiró profundamente y se encaminó hacia el sector de Matucana.
La lluvia se desató sobre la ciudad, ella aceleró sus pasos procurando controlar la emoción...
( De "Ana María y otros cuentos". http://www.quilicuracuentos.blogspot.com)
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